He estado unos días realizando una ruta por el Languedoc francés, y cual no fue mi sorpresa, cuándo me encontré dentro de las murallas de la bellísima ciudad medieval de Carcasona, el Museo de la Escuela (Musée de l'École) donde podemos hacernos una idea de como los profesores y alumnos de finales de siglo XIX asistian y preparaban sus clases. Material diverso, mobiliario, organización del aula, etc.
Es muy curioso ver como hay cosas que se mantienen practicamente iguales, (batas, pizarras, horarios, posters, el patio con sus juegos, etc), aunque, claro está, todo adaptado a la época. Y en cambio, otras cosas han sufrido un cambio abismal (afortunadamente). La máquina de hacer copias (vamos, la fotocopiadora actual, por que aunque parezca mentira, tenían), el cinematógrafo, los lápices (tenían que hacerlos ellos), las plumillas para escribir con sus tinteros
integrados en los pupitres (te dejan sentarte en ellos y escribir con las plumas), etc.
Entonces es cuando empiezas a pensar que como nos organizariamos si tuviéramos que hacerlo con los medios que tenían antes, y al final, llegué a una conclusión muy simple:
Que si uno lo hace por vocación y con mucho cariño, los medios son lo de menos, aunque desde luego ayudan.
Os recomiendo que si pasáis por allí, no dejéis de visitarlo, porque realmente vale la pena.
El patio del cole. Todos a jugar.
Una clase muy ordenada.
Puzzles y paletas de acuarelas.
Cuadernos y pizarritas individuales.
Un horario muy completo.
¡A ver si hacemos buena letra!
¡Cuidado con la tinta, que no se derrame!
¡Que bien que escribo!
También tenemos muchos lápices.
¿Quien se atreve a hacer fotocopias?
La música es muy importante.
Menos mal que tengo que llevar pocos libros.
Shhhh, que viene la seño.
Con esta entrada he querido homenajear a los profesores y profesoras pasados, presentes y futuros, que han amado, aman, y amarán su profesión. A todos vosotros.
María.